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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Soplillar, otra vez de noche buena.



Por Efraín Otaño Gerardo


...Soplillar pa´mi,
fue donde nací y aquí quedan
 los huesos míos pa´ siempre,
no voy a irme de aquí nunca...

Urbano Bouza (poblador de Soplillar)


“La felicidad no se da ni se regala, sólo se comparte”, escuché cierta vez decir a un amigo.
Y Soplillar me ha demostrado que esa frase es cierta. Sus hombres comparten la felicidad de vivir en ese pedazo de tierra cenaguera, como si el tiempo fuera entonces una sonrisa más. Si, porque para el soplillareño los días no pasan sin apenas saborear el olor a monte de sus linderos y encontrarse con ese don del ser humano de calentar con el brillo de sus palabras cada manquedad surgida en el frescor de una vida colmada de guerras mundiales, de terremotos, de crisis económicas, de epidemias, etc...
Para Soplillar, el día comienza temprano, cuando los gallos dan sus primeras clarinadas y la familia de hacheros y carboneros absorben apurados su café y salen a desafiar la humedad del pantano y el ataque de los mosquitos.
El mugir de las vacas de algunos de los pobladores también forma parte del coro de sonidos matinales de los rincones de Soplillar.
Ahí está todo lo que la gente quiere: la escuelita, el consultorio médico, la bodega, el punto de gastronomía, el cinecito, la sala de lectura, el memorial biblioteca, el cuadro de pelota, en fin, esas pequeñas cosas que  a diario enriquecen el espíritu de este batey de la Ciénaga de Zapata.
















 










Pero si quitamos todo eso, la carretera, las casas, la luz eléctrica, el teléfono, el círculo y hacemos funcionar la máquina del tiempo de Wells, y nos trasladamos 600 años atrás, podríamos encontrar en predios de Santa Teresa, a los agricultores ceramistas de la cultura subtaína, que prefirieron las únicas tierras ferralíticas rojas de esta gran cuenca, para establecer sus condominios.
Y si avanzamos de nuevo hacia nuestros días, pasaremos por los ocultos trillos utilizados para el paso de la trata de negros esclavos que desembarcaban en La Máquina y se movían a través de los montes aledaños al Soplillar.
Seguimos caminando por el espacio-tiempo y llegamos a las huestes mambisas que acamparon en Soplillar, encabezados por nuestro patricio, Eulogio Lobato y la utilización de estos bosques para ubicar con discreción los Hospitales de Sangre de la gesta del siglo XIX.
Y el inicio del XX, comenzó con la andanza en estas tierras de los Mirandas, que trajeron la cultura tabacalera a sus tierras rojas, de los Socorros, de los propios Lobatos González, de los hispanos que trajeron la cultura forestal y sus canturías y velorios.
La máquina se mueve más de prisa y paso por la primera nochebuena con Fidel y la Campaña Nacional de Alfabetización, los festivales de base del carbón, de la visita del Indio Naborí al Hogar Cucalambé, del puerco asado de Leovigildo y de otras más que yo se que existen y que no las puedo conocer todas. Y que ojalá entre todos recopilemos todas esas vivencias.
Por eso quedan muchas cosas que decir de Soplillar, del poeta García y de Ramona; de los Pintinos y su carroza “El huevazo”, de su afición por los torneos; de la tradición beisbolera del poblado encabezados por Diego Cobas y Yoyi.
 Es que junto con lo que ha pasado en Soplillar, lo más importante es su gente, la que camina sin notarse por los trillos de esa localidad y sueña con la tranquilidad de los potreros y de poder cazar cocuyos en las noches.













 

















Y entre su gente, contar con Nemesia, la niña carbonera, que los invasores una vez le agujerearon sus zapaticos blancos, pero no le pudieron agujerear los sueños, porque a los sueños no le entran las balas; con Haydee, la hija de Pelao y Pilar, los anfitriones de la humilde choza donde cenó Fidel aquella nochebuena histórica de 1959; con Lucía, que estudiaba la alfarería cuando perdió a su madre en lo de Girón y quebró su voz para siempre, por el dolor de la pérdida; con Esterbino o Tanganica, como le dicen, que ha heredado de sus ancestro la cultura del conuco y el verso improvisado, que ahora con su yeso en el pie pela los cocos para el dulce de la noche buena; con Urbano Bouza, que nunca abandonó su Ciénaga ni renunció a Soplillar a pesar de  ser, por siete años el ayudante de Rita Longa en sus esculturas de la Aldea Taína de Guamá y que asegura que aquí se quedarán sus huesos para siempre, mientras echa grandes paladas a su nuevo horno de carbón, de Elvira Socorro, de los Chávez, de los Garcías, los Caballeros. Y sería interminable la lista, de los que están y de otros que le dieron vida a Soplillar. Como no recordar a Machito, al “negro” Fuentes, a Bienvenido, al propio Pelao, Cotín, el viejo Chávez y muchos otros que eran inmortales “personajes” del poblado.






















 









Y es que Soplillar es eso, un pedazo de Ciénaga endulzada por su historia y su cultura, es una casa gigante donde la familia de soplillareños se ayuda, se alimenta con la sonrisa de cada uno de sus miembros, se respeta y comparten la felicidad con un alto sentido de pertenencia, por eso entiendo las palabras de Urbano cuando me dijo: “...Soplillar pa´mi, fue donde nací y aquí quedan los huesos míos pa´ siempre, no voy a irme de aquí nunca...

lunes, 20 de diciembre de 2010

Voz y Eco. III


Espacio del taller Literario Municipal,  Ciénaga de Zapata





                                


             Pedro Luís Perera







 Suspenso

Desposeído viento de estas soledades
Y bárbaros hombres que regaron avaricias
En el gesto mezquino de proferir
El espanto del pudor.
Las visiones cerraron
Cuando las palabras cortadas
Perdieron la razón.
Todo lo errático y necio:
La piedad y el miedo de los verdes vástagos
Y los peces azules del laberinto
En el sueño, se retuercen adoloridos
Atragantados hasta devorarse por dentro,
Cubriéndolo todo de improperios.
Los cerebros se escapan;
Las cuencas han quedado vacías
Y triste es el silencio
En la vastedad de su manto
Cubriendo las posibilidades;
Espejismo de luces que desaparecen
Y todo parece mediocre;
Se acaba la obra y mudo es el silencio.





 Enrique Vázquez Ravelo

Dialogo poético a la guayabera

Ha sido la guayabera
una prenda de vestir
que lleva adentro el sentir
y el amor de Cuba entera.
Hermana de la palmera
por ser criolla y montuna,
una artista en la tribuna
donde se actúa con fe
y no hay un cubano que
no se haya puesto ninguna.

Yo tuve una guayabera
que mi padre me compró
que hasta su color perdió
colgada en la tendedera,
era vieja si, pero era
la única que tenía
y cuando un guateque había
si puesta no la llevaba
del perchero se escapaba
para hacerme compañía.

Para mí la guayabera
que me ha dado tanta gloria
tiene un pedazo en la historia
de la republica entera.
Excelente compañera
de extraordinaria valía
y miren si todavía
el pueblo entero la nombra
que todo el mundo se asombra
si no está en la canturía.

 

    Alexei Sánchez
                                      



Portentos


Portento uno

Para Erika.

Desde que llegó, para no ser “despedidos por los aires”, todos vivían atentísimos a los instantes en que abría y cerraba los ojos; aquella mujer de pestañas inmensas.

Portento dos

Para Guely.

Sólo cuando ella lo miró con aquellos inmensos ojos de aromático y claro café bajo el sol del trópico, él pudo comprender la redondez de la tierra, del sol y de los planetas; el significado de la esfera celeste y del extraño instrumento astronómico llamado esfera armilar, y sobre todo: lo que quiso decir Cortázar, cuando habló de la esfericidad del cuento. 

Portento tres

Inspirado en pasajes de la novela ¡La Habana nunca más!, de Wolgango Montes Vannuci.

El hombre, en aquella cama inmensa y blanca como el salar de Uyuni, vivía una alucinante felicidad. Tenía el doble privilegio de provocar y asistir a los extraordinarios y místicos orgasmos de Ella.
Ella, moría por un instante después de cada orgasmo. Era como si una diminuta muerte esparciera por su cuerpo una lividez cianótica, azul violeta.
El hombre asistía a estos momentos con el corazón en vilo, tal y como hace muchos años, presenciaba en la costa de su isla, la salida del sol en el mar.
Cuando instantes después del orgasmo, Ella, volvía a la vida; iluminaba el cuerpo del hombre con una sonrisa, y lo cobijaba en su regazo.
Un atardecer, después del éxtasis, el hombre se preparó para asistir a la maravilla de la muerte y resurrección de su amada. Esta vez,  el sol de los ojos de Ella, no ascendió sobre la tierra temblorosa de su cuerpo. La palidez azul violeta, se quedó para siempre. Entonces, el hombre se aterró al recordar lo que había leído en aquel distante libro de Alquimia, que hablada de seres hechos para el amor, cuyo tiempo de vida estaba relacionado con el goce del amor y del sexo. El tiempo de existencia de esos seres, se contaba por la cantidad de éxtasis en la cumbre del amor, por orgasmos, en vez de por años de vida…   
El hombre, en aquella cama inmensa y blanca como el salar de Uyuni…

Portento cuatro

Inspirado en pasajes de la novela inédita El sol es un fragmento de moneda anaranjada, de Alez Sanarte.

La realidad y los recuerdos que habitan su corazón, conducidos por la corriente tumultuosa de la sangre, bajan por las venas hasta sus manos y fluyen por sus dedos, sublimados en forma de letras, que forman el texto: Mushlan. Pequeña, morena, delgada, flexible como un junco, con sus trenzas negrísimas saltando sobre sus hombros al compás del movimiento de la cabeza. Mushlan. Ojos de café tostado, pequeña nariz cuadrada, boca que se ladeaba en su sonrisa, dejando entrever una nacarada dentadura de conchas del Caribe pulidas por manos habilísimas; y en la encía, sobre sus dos dientes delanteros ligeramente separados, esa diminuta protuberancia de carne rosada que me encantaba tocar con mi lengua cuando la besaba. Mushlan. Silencios y gritos ahogados del amor, manos y boca que me recorren devorando, bebiendo. Arbusto meciéndose sobre mí, enterrándose en mi raíz como una ballesta, que lanza estrellas al cielo nocturno de nuestra cama,  acertándole a la manzana del universo que colgaba de la mano de un dios desconocido. Mushlan. Mano tendida, hombro, pecho que recogía mis lágrimas de nocturnas derrotas, y cultivaba con ellas, en su tierra azulísima, flores nunca vistas para ofrecérmelas al amanecer. Mushlan. Lago y barca, horizonte e isla...
El escritor, ha abierto las compuertas de sus venas. La luz cegadora, la oscuridad o el claroscuro de la sangre, llenan la hoja en blanco…
El escritor, teje sus palabras, trama la historia.











viernes, 17 de diciembre de 2010

A través de un olor del Indio Naborí


Efraín Otaño Gerardo

Mi niñez descalza y pura
como la misma ignorancia
me viene por la fragancia
de una guayaba madura.
Me viene con la espesura,
la choza y el callejón,
y se abre en mi evocación
la vieja herida de un trillo
donde en caballo de millo
cabalgaba la ilusión.

Jesús Orta Ruiz(Indio Naborí)

Mi niñez descalza y pura
me recuerda al curujey
que guindaba del jagüey
más grande de la llanura.
Allí sembré con frescura
una infantil impaciencia
que al abrazarme a la esencia
del monte, y su verde abrigo,
pude conservar conmigo
el fruto de la inocencia.


  
Como la misma ignorancia 
me atacaba en un costado,
salí, buscando el sembrado
de luz, sobre la distancia.
Encontré fértil estancia
en el cauce de un canal,
y al exprimir el panal
de letras contra mi mano,
supe que el punto cubano
me entró por el calcañal.


Me viene por la fragancia
de una laguna, el lenguaje
y difundo en el paisaje
las canciones de la infancia.
Recuerdo aún la elegancia
de la torcaza en su vuelo,
y las noches de desvelo
que al no estar la luz del sol,
nos alumbraba un farol
desde el armario del cielo.


De una guayaba madura
conservo su paladar
porque me supo inculcar
el sabor de la hermosura.
Después, en una montura
de rimas salí trotando,
y cuando el astro, ocultando
sus rayos se fue a dormir,
supe que me iba a morir
entre versos, navegando.



Me viene con la espesura
del monte, mis añoranzas
como notas de esperanza
atadas a mi cintura.
Salí buscando estatura
por el polvo y la neblina,
pero la zarza y la espina
se afianzaron al portal
para quedarme al final
en la misma columbina.

La choza y el callejón
eran la ideal pareja 
que le servían de reja
a mi adolescente embrión.
Era pesca, era tizón
lo poco que conocía,
aunque en mi interior nacía
un pensamiento de adulto
que llevaba dentro, oculto,
la palabra poesía.


Y se abre en mi evocación
-como un agradable imperio-
descubrir cada misterio
de mi tierra de carbón,
estudié cada rincón,
de cada rincón lo suyo,
supe del monte, el cocuyo,
de tradiciones, de enmiendas,
supe también de leyendas
de trincheras y de orgullo.

La vieja herida de un trillo
para siempre se ha cerrado
porque mi voz ha elevado
un templo en el espartillo.
La casimba le dio brillo
a mi rostro manigüero,
y entre el zorzal y el arriero
tengo mi casa de palma
porque me late en el alma
un corazón cienaguero.

Donde en caballo de millo
balanceaba mi contagio,
oía el arrítmico adagio
de las vainas de un soplillo.
Hasta que corrí el pestillo
de una misteriosa grieta,
porque en aquella poceta
donde solía llorar
pude cierta vez pensar
con aliento de poeta.

Cabalgaba la ilusión
hecha de mangle y jiquí
y el verso de Naborí
que me atrapó la pasión.
Un trofeo de carbón
encontraba a cada paso,
y el arrebol del ocaso
le hizo guiño en el sendero
de aquel niño cienaguero
que va camino al Parnaso.








jueves, 16 de diciembre de 2010

Un monte Olimpo en Ciénaga de Zapata


 Por Efraín Otaño Gerardo


La realidad cenaguera anterior a 1959 no contemplaba en sus libros la práctica del deporte.
No había tiempo, y la energía del cenaguero se quemaba en la zaga del horno, entre peines y jabucos. Las noches de faroles, quinqué y hogueras, servían de escenario a juegos de dominó, cartas y otros de mero entretenimiento. Algunos encuentros de pelota “manigüera” con implementos confeccionados de sacos de yute, la pesca obligada para la alimentación y la caza de especies de aves y venado por parte  de algunos privilegiados dueños de armas de fuego, constituían las principales prácticas de deporte en la gran cuenca de Zapata en esa época.


Sin la presencia del Dios Apolo

El pantano se despertó con la clarinada del primero de enero de 1959. La aparición de una política educacional trajo aparejado la práctica organizada y masiva del deporte. La consigna lanzada por Fidel Castro de que “el deporte es un derecho del pueblo” se hace eco en las inmensidades de la ciénaga y comienza de esta forma una nueva etapa en las proyecciones de los habitantes de la vasta región. El disfrute de este derecho estuvo garantizado, desde los inicios de la Revolución misma,  por la inclusión de la enseñanza y práctica de la educación física y el deporte en los planes de estudio del sistema nacional de educación; y por la amplitud de la instrucción y los medios puestos a la disposición del pueblo cenaguero, que facilitaron la práctica masiva del deporte en cada rincón del humedal, vinculado a ello actividades de la Cultura Física y la Recreación.
El gobierno Revolucionario brindó especial atención a esta región, otrora olvidado paraje de la geografía cubana y redimido para siempre con la luz de la liberación antes mencionada. Preparó profesores, construyó instalaciones para diferentes deportes, reconociendo los méritos de los deportistas más destacados y divulgando las principales actividades deportivas, de cultura física  y recreativas, logrando respeto y admiración por los que practican las diferentes disciplinas deportivas y participan en competencias a diferentes niveles de acuerdo con sus posibilidades.

Ya desde la década del 70 se comienzan a visualizar los primeros resultados de esta estrategia deportiva. Dos cenagueros se destacan de manera particular. El pelotero Cristóbal Sarria Fish, integra el equipo Cuba de béisbol juvenil al Mundial de Nicaragua con excelentes resultados que le permiten ser integrante del equipo Henequeneros de la provincia de Matanzas en la serie nacional de 1970, campeones nacionales de aquella ocasión.

Cristóbal Sarría Fish, expelotero del terruño
que nos representó en eventos provinciales,
Nacionales e internacionales, recibe el
reconocimiento de su pueblo(Fotos autor)



El nadador Ricardo Abella, otrora multimedallista cenaguero
Entrena ahora las nuevas generaciones de atletas. (fotos autor)

En la natación sobresale de manera impresionante Ricardo Abella, integrante del equipo cubano en esa época, multimedallista en eventos del patio, y del Caribe. Abella representa a Cuba en competencias amistosas en Europa y es un paradigma para este deporte dentro de su pueblo. Entrenador de atletas que han estado y están en la Centro Nacional de natación, Marcelo Salado, de la capital del país.

Sobresalen en este aspecto Anisleydis Anca, exnadadora cenaguera integrante de los equipos Cuba en eventos Nacionales y Caribeños, que una lamentable lesión la alejó de las piscinas y Chavelis González, participante en Juegos del Alba, Torneo del Caribe, Copa Nacional que lleva el nombre del referido centro cubano y en la competencia escolar del país, en las cuáles conquistó en total cuatro medallas de oro, dos de plata y cuatro de bronce.

Destaque especial merece su  participación en la última cita Nacional escolar al obtener en estilo libre un primer lugar, cuatro segundos lugares y tres terceros, que sumado a los anteriores registros, elevan a 52 preseas de por vida de esta ondina cenaguera de tan solo 15 años.

Chavelis, con sus 15 años promete
un gran futuro en la natación. (Fotos autor)


Virgilio González, destacado atleta cenaguero de lucha libre participó representando a Cuba, como miembro del equipo Nacional en varias competencias en Europa obteniendo diversas medallas en la que se destaca de manera especial la medalla de oro obtenida en las Espartaquiadas celebradas en la antigua Checoslovaquia a base del entonces campeón olímpico ruso.

Eddy López, todo tesón y voluntad,
venció tanto en el deporte como en la vida.
(fotos autor)
Eddy López Pérez, sufrió un accidente cuando joven y no pudo caminar nunca más. Pero se propuso luchar contra su desgracia y escogió el deporte para hacerlo, se alistó en la ACLIFIM, y comenzó a entrenar en el área de lanzamiento del atletismo para discapacitados. Lo que más le gustaba era el disco, pero la jabalina y la bala también formaban parte del programa de lanzamientos y fue a su primera competencia provincial. Eddy triunfó. Fue seleccionado para representar a Matanzas en las Nacionales de la ACLIFIM. Pinar del Río 1984, sería su primera incursión en competencias del país, resultado: cuarto lugar. Al año siguiente ya Eddy, era Eddy, no el guajirito cenaguero desconocido del año precedente, Santa Clara sería testigo de su salto a planos estelares dentro de las competencias para discapacitados, se alza con 1 medalla de oro y dos de plata.
Más tarde vendrían problemas de salud y su participación fue intermitente hasta el 2002, pero así alcanzó un total de 10 medallas de oro, 8 de plata y 15 de bronce.

Nacer y crecer entre las olas del mar Caribe, bañando sus pies cada día, hizo que Duniesky Estévez se inclinara por la apnea. Ese difícil deporte (según definiciones en diferentes sitios de Internet: La apnea o buceo libre es la suspensión voluntaria de la respiración dentro del agua, es la base del deporte de apnea o buceo a pulmón, y de la pesca submarina a pulmón. Aunque pueda parecer entrenamiento físico, el  deporte de la apnea se basa principalmente en la relajación mental del individuo, la buena alimentación e hidratación, el fomento de los reflejos mamíferos en humanos, y el entrenamiento en ambientes de  hipoxia.
Duniesky se destaca en el año 2000 y se convierte de pronto en el campeón provincial en las modalidades de apnea dinámica con aletas, apnea dinámica sin aletas  y apnea estática t representa a Matanzas en el evento Nacional en el 2001 y para sorpresa de todos los especialistas se alza con el máximo lauro de estas modalidades, es subcampeón en el 2002, campeón provincial en el 2001, 2002, 2003.

Algo de magia en el parnaso

No son precisamente 9, las musas que han servido de inspiración al desarrollo del deporte a lo largo del humedal. Estos resultados han tenido algo de magia, es cierto, pero una magia producida por profesores de educación física, entrenadores y activistas voluntarios del deporte, que entregan todo de si para trabajar desde las edades pequeñas hasta la adulta en busca de los talentos en las diferentes disciplinas deportivas.

Las competencias pioneriles, los juegos escolares y los juegos de montaña, han sido entre otros, los fundamentales escenarios para la competitividad de los más bisoños atletas cenagueros, que constituyen motivación para la continuidad en la práctica deportiva, así como la vocación para inclinarse a estudiar carreras afines dentro de la cultura física y el deporte.

El trabajo de los entrenadores y profesores de Educación Física es determinante en los resultados deportivos y motivación de los atletas colegiales (fotos autor)

La masividad en el deporte ha sido otra de la cantera utilizadas en la selección de deportistas con las mejores condiciones para obtener resultados relevantes dentro de la actividad del músculo y que puedan, más tarde, representar al municipio en competencias a los distintos niveles.

Existen varias instalaciones, en diferentes poblados del territorio, para la práctica masiva del deporte. Esto contribuye a la captación de atletas y al mejoramiento del nivel de vida de la población a partir del ejercicio físico.(fotos autor)

La actividad de Cultura Física se destaca en la formación y atención a los círculo de abuelos, trayendo consigo el desarrollo psicomotor en la tercera edad, de gran importancia en las actividades de la vida cotidiana, y utilizado para contrarrestar algún tipo de enfermedades (como artritis, enfermedades neurológicas, vasculares y secuelas traumáticas diversas), con un impacto directo  en el estado de ánimo y el desarrollo de un funcionamiento social adecuado de este grupo etario.

El trabajo con los ancianos (fotos autor)


Olimpiadas del deporte cenaguero

¡Y llegaron las olimpiadas a la comunidad! Como parte de la estrategia del país de seguir desarrollando la cultura física, el deporte y la recreación, empuje en la elevación del nivel de vida de la población, se establecieron la celebración de las olimpiadas comunitarias en los diferentes municipios. Esto constituyó un punto de giro en la práctica masiva del deporte, porque estimuló a la conformación de equipos a nivel de base que defenderían sus colores en las competencias “preolímpicas” de los Consejos Populares, vía para las selecciones de cada Consejo a la olimpiada Municipal. Todo un movimiento popular se crea alrededor de estas competencias, que se adaptan a las condiciones típicas de cada territorio, sin exceptuar tipos de deportes que no son considerados olímpicos como el dominó, tan arraigado en lugares como la Ciénaga de Zapata. Igualmente de estas competencias se nutren los equipos municipales  a las diferentes competencias provinciales y Nacionales.



Equipo de béisbol en el Campeonato provincial de primera categoría (fotos autor)





Otros de los logros del deporte en Ciénaga de Zapata, pensando lógicamente que se me quedarán algunos, es la práctica entre las mujeres del béisbol femenino, movimiento que desarrolla con entusiasmo la Federación de Mujeres Cubanas en el territorio, y que cuenta con la aceptación del público, sobre todo del público masculino.

Mujeres en las prácticas del béisbol en nuestras comunidades (Mercedes Machado, entusiasta promotora deportiva y fundadora de esta disciplina en Ciénaga de Zapata, está en la inicial en esta instantánea. (fotos autor)
La visita a las diferentes actividades deportivas que se programan en nuestros predios de glorias del deporte cubano, ha estado latente en los últimos años. Han sido incontables los participantes, por eso, con el temor de no mencionar a alguien, prefiero omitir sus nombres, en definitiva lo importante es la presencia de todos ellos, entre dos o tres veces cada año, en el sur matancero.



Estela Rodríguez, yudoca, primera campeona mundial de esta disciplina en Cuba, junto al afamado conductor de la Televisión Cubana Reinaldo Taladrid  y el subdirector municipal del INDER en Ciénaga de Zapata, Manuel Alvarado, en una de las visitas de las glorias deportivas a Ciénaga de Zapata. (fotos autor)

El desarrollo del movimiento deportivo cenaguero y los magníficos resultados obtenidos en competencias provinciales, nacionales e internacionales, son precisamente un resultado de la masividad de la actividad deportiva, de la calidad de las instalaciones, de la preparación de profesores de Educación Física y de entrenadores y  la voluntad trazada por Cuba para la práctica del deporte.  

martes, 14 de diciembre de 2010

RECUERDOS BAJO LA ENREDADERA


Efraín Otaño Gerardo

Al Maíz, con sus montes...
sus bejucos
y el recuerdo de mi niñez ...



Un terraplén polvoriento
-serpentina de la tierra-
me llevó hacia aquella sierra
de mi infantil aposento.
Encontré una ruina, el viento
borró las huellas del trillo,
ni siquiera el mamoncillo
del patio se divisaba
y en el lugar donde estaba
mi casa había un soplillo.




Me senté bajo el madero,
entre los brazos del monte
y fue el trino de un sinsonte
la única voz del sendero.
Vino el recuerdo, y certero
trajo consigo al conuco
y pude ver el bejuco
del boniato, florecido
y el Maíz, entristecido,
llorando en el seboruco.



Me vi niño y cenaguero,
yendo para la sabana
al repicar la campana
con plumas del gallinero.
Era un buen muchazo, pero
mi símbolo fue el retozo
y me gustaba, dichoso,
cuando la noche caía
contemplar como dormía
la luna en medio del pozo.


Me fui a cazar el arriero
-dueño de aquellos carriles-
con los sueños infantiles
aferrados al lindero.
Era un hacha, puro acero,
el sostén del comedor,
porque mi padre, escultor
del tronco y del matorral
le daba vida al canal
con sus ríos de sudor.
  
 
Me vi salir al potrero
entre las palmas de guano
para leer del pantano
la historia del carbonero;
palpaba en su mosquitero
el tizne, la noche ruda,
cada madrugada, cruda
por el frío y por la plaga
y su camastro, en la zaga
de un horno pidiendo ayuda.


Estaba regocijado
en pañales de arrebol
con los rayos de un farol
alumbrándome el pasado.
Lloré, se había borrado
el olor a tembladera
y la casa, prisionera
sin el horcón del portal
y mi recuerdo, fatal,
subir por la enredadera.



Miré la luna, y celosa
reflejaba en su barbilla
a la mirada amarilla
de una lámpara chismosa.
Me fui, buscando la Diosa
de la noche. Su tatuaje
oscuro me puso un traje
hecho de cisco y canción
y escribí, con un carbón
mis versos en el paisaje.