Efraín Otaño Gerardo
ACTO PRIMERO. “Una noche”
Virgencita de la Caridad,
soy ateo.
Hoy me arrodillo ante ti para que me escuches.
¡Cuánto he deseado mecerme en tus brazos
como palmeras despeinadas bajo el sol!
Ayúdame a buscar otras galaxias que me alejen del misterio
o encontrar algún misterio que me borre
...la impaciencia.
Hay una barca navegando en tus altares
y...
no ha llegado a mi puerto de versos y tormentas.
Si supieras al menos que existe un apretón de manos,
una sonrisa sin rostro,
el azul de mis campanas.
Si supieras más de nosotros, los hombres...
sabrías que existo,
en ningún momento me ignores,
me disimules en la soberbia de lo incierto.
Si supieras más de nosotros...
aprenderías
que lloramos al morir y al nacer,
que lloramos al crecer y al vivir,
al sufrir y al amar,
que somos simplemente una imagen con ansias de soñar.
Si supieras más...
escucharías
ceñirse el mar con arrogancia sobre la indefensa roca,
descargando en sus olas de odio la niebla de lo inmenso.
Sentirías
la duda posarse en los hombros del tiempo
mirando las hojas que caen de cada árbol
-insignificantes hojas convertidas en pastos (como nosotros)
Si supieras...
que la palabra amor pasa por la vida
sin apenas enseñar su color,
a pesar de los tormentos
de una guitarra que deja de cantar su canción
(perdida en el andar del viento)
Si...
contemplaras el adiós de las rosas
-marchitas por el olvido-
fundirse al ocaso en el estrecho callejón de los años
que uno tras otro,
caen a montones en el surco de los siglos.
Entenderías entonces
el por qué de mis plegarias
y lograrías el milagro de llevarme junto a las estrellas
(o más cerca de Dios)
ACTO SEGUNDO. “Al otro día”
¡Gracias, Virgencita!
¡Has realizado mis sueños!
¿En qué planeta estoy?
¡Ah...
en un planeta sin nombre.
...pero
De aquí no se distingue el color que tiene el mar,
ni el olor de mis montes.
No escucho el canto sincopado de las aves,
...ni los gritos de mi vecina,
no siento el llanto de los perros,
ni el murmullo del río
ni la lluvia
ni el viento
ni una voz....
No veo tu figura en la ventana,
el tiempo no pasa
y así no puedo saber que pasará mañana,
Me quedaré sin ver otros amaneceres.
¡Oh, Dios mío...!
¿dónde estoy?
¿Es este el lugar perfecto que imploraba?
Es cierto, todo es blanco,
-infinatemente blanco-
(símbolo de pureza)
No por ser puro es perfecto.
ACTO TERCER. “Al aburrirme”
Virgencita mía, llévame a mi tierra.
No importa que nosotros,
...los hombres
(a veces sin querer)
matemos un pedazo de belleza por cada instante de luz.
Perdona mi ¿pesimismo?,
mis quejas,
mis letras.
Y encenderé cada noche una vela
para alumbrar el hastío.
Rezaré,
-siendo ateo-
un Padre Nuestro cualquiera
en medio de una calle donde todos duerman
y sueñen con tocar alguna vez los rayos del sol.
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