El laberinto de la soledad parte de
una verdad trágica e irrevocable:
La vida es un laberinto sin salida.
Anónimo
Cuando entre las olas busco
tu figura de sirena
te me pierdes, y que pena
el choque es fuerte, muy brusco.
Cada embestida traduzco
en un lejano quejido,
esperando, entretenido,
que a la superficie salgas
y entre las rocas y algas
me encuentro solo, perdido.
Perdido en tu voz, tu sueño,
en tu memoria, en tus labios,
en tus versos, tus agravios,
en tu misterio y tu empeño.
Perdido por el ser el dueño
de tu alma y de tu instinto.
Perdido por ser distinto,
por ser dócil y alelado,
hasta dejar enterrado
mi cuerpo en un laberinto.
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