Por Efraín Otaño Gerardo.
Se les llamó bufón al truhán o gracioso que con sus palabras, acciones y “bufidos” tenían por oficio hacer reír a los poderosos. Para ellos, lo más importante era hacer sentir bien a la realeza.
Se piensa que los bufones son exclusivos de la Edad Media y comienzo de la Moderna, pero lo cierto es que en pleno siglo XXI contamos con otra especie de bufones que tienen como objetivo complacer a sus jefes, ya sea con sus palabras , acciones o “bufidos”.
Estos quizás sean más peligrosos que los de antaño, porque tienen el arte del “lleva y trae” y la facilidad que le crean su “chiste”.
Por supuesto que ellos están desprovistos de inteligencia propia, no son capaces de contradecir en nada a su jefe y son “grandes altruistas”, al quitarse lo suyo y brindárselo al superior.
Los bufones del siglo XXI no están casados con ningún nombre, es decir, da lo mismo que el Jefe sea X o Y, pero que sea el superior, son especies de corchos que flotan ante cualquier marea.
No se llevan muy bien con los de “abajo”, pues se “creen cosas” o se las hacen creer.
Si cambian al jefe y ponen a otro de la misma Empresa o entidad, ahí mismo comienzan las teorías del bufón:
…”yo sabía que él (o ella) no iba allegar muy lejos” o “al que pusieron ahora, sí va a resolver el problema”
Y comienza a dar bufidos alrededor del nuevo jefe y continúa su supervivencia, siembre arriba.
¿Se harán famosos como aquellos de la Edad Media que se convertían en verdaderos héroes, incluso en protagonistas de retratos, poemas y novelas, como El Rey se divierte, de Víctor Hugo?
Creo que no. Pasarán inadvertidos para generaciones futuras, porque simplemente no le aportan nada al paisaje, solo la molestia de la mayoría que los miran como lo que son: bufones para hacer reír con sus palabras, acciones o bufidos.
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