Efraín Otaño Gerardo
Hay un piélago profundo
Que domina el universo,
Con su misterio disperso
Y su danzar iracundo.
Cada ola es un segundo
que con el tiempo se aleja,
y regresa, cual madeja
con su hilo interminable
y un azul indescifrable
de grito, lamento y queja.
La ola cubre la orilla
Con una blanca frazada,
Le da un beso en la mejilla.
Y la roca, cual chiquilla
Celosa se recondena;
Entonces el mar en plena
Facultad de su derecho
Le va poniendo en el pecho
Una corbata de arena.
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