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miércoles, 1 de junio de 2011

Explosión Nocturna (III)



 
En la ruinas del tiempo se abrió una locura.

Por Efraín Otaño Gerardo


Fuimos a vivir el adiós del día.
La música de tu encanto me despierta,
Un beso en las ruinas del tiempo me descubre el crepúsculo.
Es cierto, no sueño.
Sentí tus manos rozarme el alma,
Y se abrió el último toque que le quedaba a la locura.
Rodaron nuestros cuerpos en las desolaciones
Encubiertas por las rosas,
Te atabas a mí como una hiedra madurando al compás de los halagos,
Y tu boca afanosa fundía en mis labios el carmín del pecado.
Los duendes cantaban:
Fusas y semifusas giraban en los jadeos de tu vientre,
Corcheas de ternura se entreabrían en el espacio sideral de tus caderas.
Y mi piel no sentía las saetas del espacio.
Las fraguas de tu cuerpo me quemaban cada gesto
Impregnando la lujuria en el lejano oscurecer.
Volvieron los duendes a la carga y me embriagaron la sonrisa,
Los ojos chispeaban,
Tu pelo envolvía mis manos,
Mis manos inundaban el cuello tensado,
Piernas que tiemblan,
Esencias que gritan,
Espectros que brotan…
Y duendes que cantan al sabor del éxtasis vital de una puesta de sol
En las ruinas del tiempo,
Que abrió el último toque que le quedaba a mi locura.

 
Duendes Vs fantasmas

Por Efraín Otaño Gerardo
 
Tú me envolviste en tus sábanas fantasmales
Hasta hundirme el nudillo de la respiración.
Sonido de cadenas enmohecidas en la voluntad
Y rastros sangrientos del verso en la percepción
Me carcomían la palabra.
Me asfixiaban las siluetas del espacio.
Recordé mis duendes.
Los de las piedras se armaron de hondas de badana
Para desarmar lo sinsabores de las sombras
Y machacar el virus de la Apocalipsis.
Los duendes de la lluvia tronaron carcajadas de pasión
Y achicaron las cascadas de tormentos.
Y los duendes de los peces
Arrinconaron en el azul las penas…
Los fantasmas se fueron de la dermis,
Ahora pernoctan en la cuneta de algún misterio,
Fuera de la órbita de mis ojos.
¡Victoria final de los duendes!


Yo, culpable…

Por Efraín Otaño Gerardo


Pasó el pregonero anunciando mantequilla liberada,
Y el borracho  in rasurado largó un improperio.
A mi se me cerró la puerta  con la llave dentro.
Todo empezó con la primera bomba sobre Afganistán.
-Al menos ya encontré un culpable-
Aquellos de pelo largo se halaron las patillas
Tratando abordar el ómnibus
Atiborrado de olores nauseabundos e indiscretos
Y la chica universitaria no recordaba la fórmula para matar garrapatas.
Se me fue arrinconando la vergüenza
Dentro de la carpeta huérfana de libertades,
Y huí de las cavernícolas ventanillas del chofer.
Me gritaron bufón,
Me lanzaron chanclas de fuste,
Me hincaron con la podredumbre del verbo…
La puerta se había cerrado con la llave dentro.
Afuera estaba el peligro:
El borracho, el pregonero, los de pelo largo, la chica universitaria…
 la carpeta huérfana de libertades,
y la cavernícola ventanilla del chofer…
pero caen bombas en Afganistán,
-al menos ya encontré un culpable-














Acertijo en mis pasos tenues.


Por Efraín Otaño Gerardo

 

Te encontré.
En los tormentosos espirales del egoísmo
(brillabas de pasión)
Ahora mismo te busco para calmar la impaciencia,
Tropiezo con el reloj
Y con la incongruencia de la mediocridad.
La envidia sigue de pláceme,
Parece que el tiempo no quiere que lo adornen
Con sonrisas y esperanzas de otro tipo.
Te encontré.
Te vivo en cada momento de la lluvia.
Me empapas el sentido de caricias a gotas llenas.
Por eso te deseo en cada fase de la luna,
Te extraño en las palabras de los poetas.
Te miro entre el pretexto del gentío
-expiras aliento sanguíneo en mis venas-
Y los duendes me transfunden locuras.
Te encontré,
Para convertirte en mi energía,
En mis latidos,
En mis cometas….
En mis quimeras.
Te encontré.
Te encontré entre mis ardores,
Mis pálpitos,
Mis siluetas….
Entre mis sueños.