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viernes, 29 de abril de 2011

El mégano, el brigadista y el cine cubano en la Ciénaga de Zapata.



Por Efraín Otaño Gerardo

Humberto García Espinosa es uno de los fundadores del ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica).
Por estos días  se le ve agitado y caminando de prisa (a pesar de su cojera). Tiene el propósito, y estoy seguro que lo alcanzará, de realizar una muestra del cine cubano en la Ciénaga de Zapata, donde han sido los cenagueros, sus paisajes, su historia y su cultura propia, los principales protagonistas del hecho artístico en cuestión, junto a realizadores del ICAIC, empezando por su hermano, Julio García Espinosa, destacado director de la cinematografía cubana.

Humbertico, como le llaman cariñosamente los pobladores de Pálpite, sede del CAC (Conjunto Artístico Comunitario) Korimakao, con quienes labora para tal empeño, habla con vehemencia de su hermano Julio:

“En el año1955, Julio regresó de estudiar en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma junto a Tomás Gutiérrez Alea, “Titón”, como se le conoce en el mundo del cine. Venían influenciados por el neorrealismo italiano, la tendencia cinematográfica más importante de la época, y era precisamente ese país el centro de este naciente movimiento que luego trascendería en la cinematografía mundial.
Julio García Espinosa
Al regresar a Cuba, formaron parte de la  Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, que agrupaba a intelectuales y artistas como Alfredo Guevara y Pepe Massip, entre otros,  y comenzaron a inculcar las ideas neorrealista aprendidas del cine italiano y a manejar la idea de llevar a la práctica lo instruido. En ese proyecto estuvieron un tiempo, donde el principal objetivo era enseñarle al mundo que en Cuba también se podía hacer cine de calidad con limitados recursos. Se presentaron varios guiones y el de Julio resultó seleccionado, así como la misión de ser el director del corto que se realizaría. Así surge “El Mégano”, que tuvo el fin de mostrar la vida de aquellos humildes carboneros de la ciénaga de Zapata, al sur de Batabanó, en la provincia de la Habana. 
“Estuvieron casi un año  visitando la locación.  Fueron muchos los trabajos y manquedades que enfrentaron aquel grupo de “locos”.  Eso pasa con todos los que se atreven a emprender metas dentro del arte.”
“En una entrevista o en varias que le han hecho a mi hermano Julio, él ha planteado que: (y me la se de memoria) “Un filme no cambia al mundo, pero ha de hacerse como si lo fuera a cambiar”
“Julio estuvo preso por esa película”.
Hasta ese momento no había interrumpido a Humbertico, que a decir verdad es tan conversador que casi no te deja hablar, pero tuve que hacerlo porque no imaginaba que alguien caería preso por filmar una película, me dio risa. Pero la realidad, no daba risa. Continúa su charla:
“Ay, mi´jo, cuando aquello la cosa estaba del carajo, el país entero estaba en una situación difícil y los guardias de Batista veían un miembro del “26 de julio”,  por todos lados y haber hecho un filme sobre la cruda realidad de los más explotados y olvidados por el gobierno de Batista, no les causó ninguna gracia a los miembros del SIM (Servicio de Inteligencia Militar). Y un día se tropezó con el coronel Blanco Rico, el funesto e impopular jefe del SIM, y sostuvo una conversación con mi hermano que me la ha contado tantas veces que ya te lo digo como si fuera él, el coronel de forma desfachatada y autoritaria, con la prepotencia que le caracterizaba le preguntó:


 
-¿Usted es el autor de esa película?
-Sí, señor  --contestó Julio.
-¿Usted sabe que esa película es una mierda?
“Julio le cambió el tema como para aflojar las tensiones y le habló del neorrealismo:
-¿Y usted sabe lo que es el neorrealismo italiano?



Escenas de El Mégano, una denuncia
a las infrahumanas condiciones de vida
 y trabajo de los carboneros de la Ciénaga de Zapata,
en la Costa Sur de Cuba, antes de 1959.

Y comenzó a explicarle con lujos de detalles al coronel todo lo aprendido en Italia. Qué sorpresa la de Julio cuando el jefe militar le aseveró con maltrato:
-Usted no solo hace películas que son una mierda, sino que habla mucha mierda.
“Julio, me cuenta que pensó:
“Este hombre jamás entenderá lo que es el neorrealismo italiano”.
  Por suerte para todos nosotros, nunca más lo volvió a ver. Los originales de “El Mégano”, estuvieron en los archivos de SIM, hasta que triunfó la Revolución en 1959.

Le cuento a Humbertico, en uno de los espacios que me da para que hable yo, que fui “actor” en El brigadista, que estuve en las escenas del aula con los demás pobladores de Pálpite junto a Luís Rielo, Salvador Wood,  Patricio Wood y Maribel Rodríguez, entre otros destacados actores del cine cubano y me dice:
“No me acuerdo de ti”
Y yo muerto de la risa, porque ni yo mismo me acuerdo, que caray!, era solo un niño de 12 años pasando por los lugares de la escena, que ni me veo dentro de la película, sin embargo, para mi ese recuerdo de estar vestido con un yaquecito negro con ribetes rojos, era como sentirme un gran actor del cine cubano. Ahora me da risa, pero aquello lo hacia con “mucha responsabilidad”, para cuando la voz de aquel director dijera: ¡CORTEN!, no fuera porque yo había hecho algo mal, como si de mi dependiera el éxito del filme. Humbertico se ríe junto conmigo y me explica, conocedor de la materia al fin:
“Octavio (Cortázar) era un gran realizador de documentales en Cuba, sin embargo, en su primera propuesta de largometrajes de ficción, precisamente El Brigadista, logra un éxito tremendo. También, el lugar escogido por él para su realización, fue excelente: la Ciénaga de Zapata. La historia cuenta  los avatares de un joven alfabetizador de procedencia capitalina, que llega a un poblado de la Ciénaga de Zapata, cercano a la Bahía de Cochinos. Deberá vencer la resistencia inicial de algunos pobladores debido a su juventud, habituarse a un medio totalmente desconocido y enfrentar a los bandidos que apoyan la invasión mercenaria. Estas experiencias contribuyen a su madurez. Esta historia entreteje una voluntad de llevar la alfabetización a lugares apartados como los de este vasto municipio con el amor latente entre estos humildes pobladores y el propósito imperialista de acabar con los sueños de justicia de la Revolución triunfante. Es una película muy gustada en estos poblados porque los propios cenagueros se ven reflejados en la obra, muchos familiares de los pobladores actuales, que ya fallecieron, están inmortalizados en la pantalla grande.

Coincido con él. Gente de mi barrio, tan queridos como “Macho” Caballero, “Maruca”, Roberto Cruz, Rosa “la Piragua” y otros que ahora no recuerdo, quedarán para siempre en el celuloide como muestra del alcance de este arte cada día más popular. Y le doy la mano a Humbertico, por haber tenido esta maravillosa idea de traer de nuevo esas imágenes a mi terruño, y lo abrazo por sus enseñanzas sobre el cine cubano, y le doy mi palabra de apoyo a lo que hoy, 29 de abril de 2010, será una realidad: “Un homenaje al cine en la Ciénaga de Zapata”.









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