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viernes, 8 de abril de 2011

Un quetzal vuela por la Ciénaga de Zapata (I)

 
Por Efraín Otaño Gerardo


(…) Aún no hay nada dicho, los duendes se disputan
La última palabra, escondidos, expectantes
Nos damos la mano con la creación (…)
El “Vuelo” de alas propias entona un lenguaje
Universal y música, danza, teatro y plástica,
Haz de luz impregna el espacio sin tiempo ni geografía (…)
Claire et Leonard de Selva
(Photographies)

Conocí a Serge Sándor en uno de los Festivales de Teatro de la Habana a los que fui invitado como integrante del Conjunto Artístico Comunitario (CAC) Korimakao, de la Ciénaga de Zapata.
Recuerdo que en aquella ocasión me acompañaron, entre otros, Hydael Faget, Maria Luisa Gómez, Alejandro Viñales, Mixael Porto, Alejandro Porto y Dorian Suárez. Encabezados por supuesto por Manuel Porto; director de la institución artística. Y si me faltó alguien, pido perdón de antemano porque estoy haciendo un uso excesivo de la memoria.

Serge Sándor, destacado teatrista francés, fundador de la Compañía del Laberinto en 1986, es invitado por primera vez al Festival Internacional de Teatro de La Habana en 1998 para la puesta en escena de El sí de la novia con Brocelianda Hernández, Reina Cueto y Katia Caso.
Es a raíz de este festival que conocimos a Serge, compartimos de nuestras experiencias como artistas comunitarios en la Ciénaga de Zapata, y la oportuna idea de Manuel Porto, destacado actor cubano del cine, la radio y la televisión, de fundar el CAC Korimakao en nuestro territorio como complemento de relevancia al desarrollo sociocultural de la región.
Quedó el francés cautivado por nuestra labor y nos propones realizar un trabajo de conjunto al que venía ejecutando con su Compañía del Laberinto, en cárceles de Francia.
Para nosotros aquello era una conversación como otras tantas, de personas que  deseaban trabajar en la Ciénaga de Zapata, pero que al final nunca se materializaba, por lo que no nos emocionamos mucho con lo dicho por el francés.
¡Nos equivocamos!
Serge volvió.  Y cuando lo hizo vino a radicar por unos meses en la Ciénaga de Zapata con un equipo de su compañía, para junto al Korimakao, emprender el montaje de lo que para él, significaba el sueño de llevar a la escena una historia de las más fascinantes en la conquista de América por los europeos: la conquista y colonización del gran reino Azteca.
Sándor entreteje una historia en tono farsezca, con personajes irreales jugando con el tiempo y el anacronismo de diferentes épocas.
El vuelo del Quetzal, obra escrita por el propio Sándor, viene a significar para mí, como actor, un punto de giro en mi vida de tablas y telones. Encarnaría el personaje de Hernán Cortés. Ahí empezaron mis pesadillas. ¡Yo, un guajiro de la Ciénaga de Zapata, aprendiz empírico de actor, hacer un personaje del siglo XV.!
¿Que puntos de contactos abría entre Efraín (yo) y ese tal Hernán que solo había oído hablar de referencia en libros de historia?
Salí a buscarlos.
Gracias a un buen amigo, que me facilitó un libro sobre la historia de la conquista al imperio Azteca, pude entrar a un mundo  fascinante de cultura y sabiduría.
Aprendí que Hernán Cortés, le fue confiado, por el gobernador general de Cuba en aquel entonces (1519), Diego Velásquez, el mando de una expedición a Yucatán; sin embargo, el gobernador desconfiaba de Cortés, a quien ya había encarcelado en una ocasión acusado de conspiración, y decidió relevarle del encargo antes de partir. Advertido Cortés, aceleró la partida y se hizo a la mar antes de recibir la notificación.
Con los barcos y hombres, bajo su mando, Cortés navegó desde Santiago a Cozumel y Tabasco; allí derrotó a los mayas y recibió como regalo a la india doña Marina (la malinche), que le serviría como amante, consejera e intérprete durante toda la campaña.
Desobedeciendo todas las órdenes  de  Velázquez, fundó en la costa del golfo de México la ciudad de Villa Rica de la Veracruz. Allí tuvo noticias de la existencia del imperio azteca en el interior, cuya capital se decía que guardaba grandes tesoros, y se aprestó a su conquista. 

Para evitar la tentación de regresar por parte de sus hombres,  el ingenio de Cortés, lo llevó a toma la atrevida decisión de hundir sus naves . Logró la alianza de algunos pueblos indígenas sometidos a los aztecas. Tras saquear Cholula, llegó a la capital azteca, Tenochtitlán, en donde fue recibido pacíficamente por el emperador Moctezuma, que se declaró vasallo del rey de Castilla. La creencia azteca promulgaba que todo hombre blanco que viniera desde el Oriente se identificaba con seres divinos y  el anunciado regreso del dios Quetzalcoátl. Esto favoreció a Cortés. Sin embargo su tropa enseguida empezó a comportarse como invasores ambiciosos y violentos.
Una gran agitación indígena contra los españoles, causada por los ataques realizados de estos, a sus creencias y símbolos religiosos, y de la matanza de sus nobles, hizo que Cortés, tomara prisionero a Moctezuma e intentó que éste mediara para calmar a su pueblo, sin lograr otra cosa que la muerte del emperador.
 Tenochtitlán, fue bautizada por sus conquistadores, como la Nueva España, y Cortés nombrado Capitán y gobernador general por los reyes españoles, que le perdonan todas las desobediencias a Velásquez.

Conociendo los pormenores de mi personaje, busqué el encuentro conmigo. Encontré puntos de coincidencia. Era rebelde, desobediente en ocasiones, ambicioso en mis propósitos. Inquieto, valiente para enfrentar retos, misterioso a veces…

Buscaría otros elementos en el estereotipo. Barbas espesas, pelo largo, mirada penetrante, más los elementos del vestuario, ayudarían a enfrentar el difícil y complejo personaje.
Por otro lado estarían mis contrarios o antagónicos y mis partidarios en la escena.

La malinche.

Sándor tuvo, para mí, la maravillosa idea de que este controvertido personaje, fuera interpretado por tres actrices al unísono. ¡Que locura! Expresamos todos al principio. Pero después comprendimos el símbolo de de las tres malinches en la escena (una blanca, una mulata, una negra)
Mis grandes amigas de siempre, Katia Regueiro, Gimia Calvo y Lilian Ojeda (de derecha a izquierda en la foto), se encargarían, de manera magistral, interpretar tan complicada y sensacional locura. 


La historia de la malinche se convirtió en todo una polémica de la época. La mujer conocida como La Malinche o Doña Marina, quien ejemplifica la importancia de los intérpretes en el curso de la historia, fue esclavizada, se convirtió en intérprete y en la persona de confianza de Hernán Cortés, a quien dio un hijo. Algunos la ven como la traidora de los aztecas, mientras que otros la consideran el chivo expiatorio del fracaso de Moctezuma, quien no fue capaz de defender su reino.
Cortés obsequiaba mujeres indias a sus militares y Marina estuvo destinada a él.   A Cortés se le ofrecían otras mujeres, pero él siempre las rechazaba, demostrando así su respeto y cariño por Marina. En una carta escribió, "Después de Dios, le debemos la conquista de la Nueva España a Doña Marina"
Recordaré por siempre mis escenas con estas magnificas amigas y extraordinarios seres humanos, quienes en todo momento, me apoyaron con su transparencia y comprensión, principalmente en aquellas, las cuales requerían de las groserías prejuiciadas de Cortés, siempre dispuesto a demostrar la superioridad machista y racial de los “hombres blancos” sobre los indígenas. Y sobre todo las escenas íntimas del español, donde bañado de alcohol, arremetía salvajemente un acoso sexual sobre la malinche (las malinches para mí), reafirmado con la voz de Sándor en su condición de director:
-Más, Efraín, más…

Moctezuma.

Personaje antagónico. Interpretado, como de costumbre de manera brillante, por ese actorzazo de la escena cubana en todos sus espectros: Manuel Porto Sánchez.
Para mí un reto compartir la escena con él. Un reto que enfrenté con responsabilidad, valentía y dignidad, visto, claro, desde mi punto de vista.

 Muy fuertes escenas entre Cortés y Moctezuma, se desarrollaban, fundamentalmente desde el mismo punto de giro del conflicto planteado por la obra. La imagen de los dos personajes en escena dejaban ver el reverso de una moneda: blanco, inseguro en el triunfo de sus huestes, sin pelo, carismático: Moctezuma, negro, irónico en sus parlamentos, lleno de pelo por todas partes, casi rozando la demencia: Cortés. Tanto Porto, como yo, seguros de la responsabilidad que representaba para el logro final de la puesta, nuestros roles.
 Moctezuma, como emperador azteca en le época de la conquista Cortesiana,  organizó el imperio en diversas provincias, creó una sólida administración central y reguló el sistema tributario. Al mismo tiempo, prosiguió la expansión militar iniciada por sus predecesores.
Al producirse el mencionado desembarco de las tropas españolas, el soberano azteca envió emisarios y regalos a los extranjeros, a quienes tomó por enviados del dios de la sabiduría Quetzalcóatl, «la serpiente emplumada», para anunciar su retorno. Según la leyenda, muy extendida entre los pueblos mesoamericanos (aztecas, mayas, toltecas, etc.), tras haberse enfrentado a Huitzilopochtli, dios de la guerra, Quetzalcóatl había partido hacia oriente atravesando el mar, no sin antes prometer que volvería en el año azteca de Ce Acatl, fecha que correspondería al año 1519. Cuando la expedición de Hernán Cortés desembarcó en sus costas, Moctezuma no dudó en identificar al conquistador con Quetzalcóatl y, en noviembre de 1519, lo recibió solemnemente en Tenochtitlán y lo colmó de valiosos presentes.
Ya lo decíamos al principio, sin embargo creo importante insistir en esa creencia, pues significó el sostén fundamental en la rendición de las tropas indígenas y el derrocamiento del Imperio azteca.
Cortés, preocupado por la idea de que su vida y la de sus hombres dependiera   de la voluntad del emperador, decidió llevar a cabo una audaz maniobra y hacer prisionero a Moctezuma, con la intención de someterlo y mantenerlo en el poder de un modo simbólico. El ardid de Cortés tuvo éxito, pero la humillante retención del emperador provocó un creciente malestar entre los aztecas.
La tensión estalló  durante la celebración de la fiesta de Toxcatl, día en que millares de aztecas,  se reunieron en la plaza principal de la ciudad para iniciar una danza ritual y fueron masacrados por los hombres de Cortés. A raíz de este suceso, la aristocracia azteca depuso a Moctezuma y nombró como sucesor a su hermano Cuitláhuac, quien encabezó la revuelta contra los extranjeros.
Tras cinco días de violentos combates, Cortés intentó utilizar al destronado emperador para negociar la obtención de un salvoconducto que permitiera a sus tropas salir de la capital, pero cuando Moctezuma se dirigió a la multitud enfurecida fue apedreado; murió tres días más tarde a consecuencia de las heridas sufridas. En cuanto a los españoles, poco antes de la medianoche del 30 de junio de 1520 iniciaron una desastrosa retirada de Tenochtitlán, en el transcurso de la cual sufrieron numerosas bajas, episodio que ha pasado a la historia con el nombre de La Noche Triste. (Continuará)

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