ZAPATEANDO
Por
Efraín Otaño Gerardo
“Zapateando”
es un verbo con varias acepciones,
pero
con licencia de la Real Academia de la Lengua Española,
vamos
a utilizarlo con un nuevo significado,
en
este caso para nosotros será: “Andar por Zapata”.
Viajaremos
juntos, con ayuda de la imaginación
a
través de la Ciénaga de Zapata
en
busca de sus misterios y de sus encantos
para
desenterrar el secreto de las piedras.
Pepe
Coto, tras las huellas de una tonada
A
Flora, por el ejemplo de su amor…
(…)
Estos
versos dejo escrito
En
páginas de la historia
Y
conserves la memoria
De
Pepe Coto, el viejito.
(Pepe,
en una décima a su sobrina Anita,
en
vísperas de su cumpleaños, fragmento)
Tengo
ante mí al foto der un hombre que cumplió en el 2012, una centuria
de su nacimiento y treinta y seis de su muerte. Sus rasgos se notan
entristecidos, pero a pesar de sus sufrimientos, ese no era su
carácter.
Quizás
en el momento de la foto estaba pensando en los tiempos en que en la
Ciénaga, sucumbían los niños por deshidratación, parasitismo y
falta de atención médica o por la pobreza de que eran objeto los
cenagueros de entonces. Así perdió Pepe a su primer hijo de
veintidós meses.
Sin
embargo, a pesar de todo eso Pepe era un hombre muy jodedor.
Me cuenta Flora Cobas, su eterna esposa:
- Era el mejor de los padres- los ojos le brillan por el asomo de algunas lágrimas producido por el lejano recuerdo y prosigue ahora con más ánimo- conocí a Pepe allá por el año cuarenta y ocho, y por casualidad, mire usted. Estaba yo en casa de mi hermana Mamillo, cuando aquello vivíamos en Molina, después de Soplillar, y entra él y me dice: “Flora yo quisiera decirle algo si usted me lo permite”. Y sin que le diera respuesta alguna me soltó a boca de jarro:
Flora
yo quisiera darte
Estas
notas musicales,
Ramón
le dijo a Corrales
Que
debía conquistarte,
Creo
que quieren casarte
Con
el galleguito Antón
No
agotes tu situación,
Piensa
bien amiga mía
Que
tú alcanzas todavía
Un
hombre bueno y de acción.
Yo
no me refiero a mí,
Pero
si indicarte quiero
Si
piensas en compañero
Ando
cerca por aquí,
Flora
yo te veo a ti
Como
un astro que ilumina
Y
si tú te determinas
Que
se cumplan mis promesas,
Flora
mucho me interesa
En
visitar a Molina
- Desde ese día me di cuenta que me casaría con un poeta- me asegura con orgullo, Flora.
Releo
la décima y pregunto por su nivel escolar.
- Analfabeto- me responde Flora
Las
cosas que enloquecen del arte de versar. Pienso en cuánta sabiduría
incrustada en su alma, en las palabras que suelen brotar desde lo más
profundo de un poeta, salvando, por supuesto cualquier error técnico
en la construcción de la obra campestre, me refiero a cualquier rima
forzada, singular con plural, medida del verso, etcétera, que pueda
producir variadas polémicas entre los técnicos del género. Les
aseguro que mi única intención es reproducir las décimas que entre
familiares y amigos hemos logrado recopilar tal y como las hizo y
pensó el poeta en cada ocasión, para de cierta manera homenajear a
aquellos que defendieron a verso limpio, con tesón y amor la
tradición campesina. Y ese es el caso de Pepe Coto.
- Pepe cortaba caña en tiempos de zafra en la finca Cafetalito, cerca de Agramonte y en tiempo muerto venía con todas nosotras pa’ la Ciénaga- me cuenta Flora y al ver que me quedo esperando más me explica con su mirada fija en las memorias- eso fue por los años cincuenta, inicialmente tuvimos a Victoria, que por suerte no le pasó lo que al primero, que era varón, después vino Marta y Librada, con las tres teníamos que cargar de un la’o pa’ otro, aunque la mayor parte del tiempo la pasábamos aquí a’entro.
Reviso
los papeles amarillentos que contienen sus escritos y encuentro una
décima que me evita la necesaria pregunta sobre el lugar específico
de su residencia.
Jagüey
Grande y la bahía
De
Cochino y Soplillar,
Dirección
particular
Que
te brindo en poesía:
José
Coto y García
Mi
dirección es sencilla,
Es
provincia de Las Villas (4)
Y
decirlo es necesario,
La
Caleta del Rosario,
En
la finca Lagunilla.
En
la finca Lagunilla,
La
Caleta del Rosario,
Que
al decirlo es necesario
En
provincia de las Villas,
Mi
dirección es sencilla:
García
Coto José,
Soplillar,
como se ve
La
bahía de Cochinos,
Jagüey
Grande, campesino,
Mi
dirección al revés.
La
ocurrencia en estas décimas me hace penetrar en un mundo inevitable
para el repentismo: el humor. En muchas de sus obras se ponían de
manifiesto el sarcasmo y la tirantez que caracterizan a las canturías
y guateques, pero me aseguran sus conocidos de parranda que nunca
llegó a ofender a nadie en sus improvisaciones ni fue vulgar
delante de mujeres o personas que no conociera. Una muestra de su
jocosidad en la improvisación, y con la única intención de hacer
reír es la siguiente composición:
Por
allá por Jiquí
Vive
una muchachita,
Salió
un día de visita,
Casualmente
yo la vi.
Cuando
me iba de allí,
En
mi mente se refleja
Que
si ella no se acoteja
En
su modo de pasear
Se
le nota al caminar
Las
nalgas muy disparejas.
O
la vez que llegaba de cazar cangrejos, le improvisó en pleno portal
de la casa de Pancho Bouza (5), al escapársele a este un cangrejo un
tanto pequeño:
Aunque
mi vida es completa
Porque
siempre la acotejo,
Hoy
Pancho agarró un cangrejo
Grande
como una peseta…
Pepe
Coto fue el plantero
del batey en aquellos tiempos en que la luz eléctrica solo era por
seis horas (de 6 de la tarde y hasta las 12 de la noche) y nosotros,
los muchachos de entonces la emprendíamos con él cuando a las doce
de la noche en punto, ni un minuto más, apagaba aquella planta que
botaba, creo, más aceite del que consumía haciendo un ruido que
penetraba en cada casa de aquellos tiempos y que al concluir su
función se oía un silencio asombrante, momento este donde la plaga
y la oscuridad se adueñaban de nuestra existencia. Pero sabíamos
que no era su culpa, que solo cumplía orientaciones.
Hay
un hecho curioso en la vida de Pepe Coto, y es que a pesar de haber
sido analfabeto, poseía una inteligencia natural envidiable. Por
ejemplo, los más “aprendidos” lo mandaban a buscar para que
midiera los pies de madera que debían ir hacia el aserrío; y de
política también conocía su poco, era comunista natural, es decir
sin conocer doctrina alguna tenía ideas muy bien definidas y eso lo
demuestra en su poesía, incluso antes del triunfo revolucionario del
primero de enero de 1959.
Le
dieron muerte a Menéndez
Por
sentirse comunista,
Pero
lo que está la vista
Hasta
un bobo lo comprende,
Este
trovador se ofende
Al
ver esta situación:
Que
no tienen compasión
Con
este pueblo cubano
Y
es muy rico, ciudadano
Estar
“guinda’o al jamón”
Después
de la Revolución, al tener la oportunidad de pronunciar libremente
su forma de pensar, acompañado siempre de su tres, solía cantarle a
Fidel y sus partidarios:
¡Viva
la Revolución,
Vivan
los libertadores,
Vivan
los trabajadores
De
mi cubana nación!
Pero
no tendrán perdón
Esos
canallas malvados,
Unos
que eran de Machado,
Otros
que son de Batista,
Por
la fuerza fidelista
Todos
fueron castigados.
De
igual forma, y manifestando su carácter jovial y jaranero, fundía
en sus décimas el humos y los sentimientos patrios.
Romero,
la pesquería
mucho
le gusta, en Venero,
junto
con su compañero
para
pasar un buen día,
atravesando
la fría
agua
de por la mañana,
allí,
metido en la yana
con
trucha o con camarón,
y
a mí la Revolución
me
gusta porque es cubana.
O
atacando en sus poesías a los que comentaban en contra de la obra
revolucionaria:
El
buen revolucionario,
Aunque
no tenga manteca
Se
come la harina seca
Y
no hace comentario,
No
va por el vecindario
Diciendo
que no comemos,
Y
al poco rato lo vemos
Sentado
frente a un mantel,
Por
eso estoy con Fidel,
¡Patria
o muerte, venceremos!
Una
de las muestras más elocuentes del pensamiento político de pepe
Coto, se pone de manifiesto en el testimonio de Gisela, su hija
menor, consagrada por muchos años al frente de la organización
femenina cubana, la FMC, en el municipio Ciénaga de Zapata:
- Mi mamá estuvo una vez al borde de la muerte, y mi padre, que nunca votaba a favor de ningún partido (Liberal o Conservador), fue a ver a un político de Jagüey Grande y le pidió ayuda para atender a mami en el médico a cambio de sus votos. El político lo ayudó y pagó la operación de la apendicitis, que era en definitiva lo que mami tenía. Después papi se metió a cortar leña en el corte de Las vacas, que era cerca de los cayos Diego Pérez, bien intrincado en la ciénaga, hasta que se acabaron las elecciones y evitar darle la cara al político y claro, también procurarle los votos, “si no voto por el partido ortodoxo, no voto”, le dijo a mami con su temperamento característico.
Después
del triunfo fidelista del primero de enero, se estableció en la
Ciénaga de Zapata para siempre, ya no regresó más a la finca
Cafetalito para cortar caña. En agosto del mismo 59, hizo un
ranchito con la ayuda de sus parientes en Pálpite. Ahí crió, a
golpe de hachazo y malas noches velando el horno de carbón, a sus
cuatro hijas, siempre deseando la llegada de un hijo varón que nunca
vino.
Cantó
en cada rincón donde hubiese una canturía o guateque. Muchos
recuerdan su décima dedicada a los barbudos bajados de la Sierra
Maestra:
Yo
le tuve que poner
Marta
Fernández a la harina,
Si
alguno me tiene inquina
Que
me manden a prender,
Ahora
ya tengo a Fidel
A
Camilo, al Che Guevara,
Cuando
el golpe a santa Clara
Batista
cogió el baúl,
Porque
pensó que Raúl
Iba
directo al Moncada.
Ya
en la última etapa de su vida trabajó como plantero como ya hemos
revelado. Y así, cantando sus poesías, trabajando siempre por el
bienestar de sus hijas, vivió y murió José Coto García, Pepe
Coto, para todos sus conocidos. Lo hizo casi en medio del olvido,
sin que nadie tuviera en cuenta su talento creador en el arte de la
improvisación, ni sus condiciones ideológicas para militar el
Partido que tanto defendía.
El
2 de octubre de 1976, una penosa enfermedad respiratoria, privó la
vida de uno de los más afamados poetas de la zona occidental de
Zapata en la década del 60. Sus hijas lo recuerdan como era:
trabajador, sincero, padre ejemplar.
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