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jueves, 20 de enero de 2011

Ciénaga cultural, sumatoria de herencias dejadas(IV)

Efraín Otaño Gerardo

 
La cultura es, entre otras muchas cosas,
un conjunto de tradiciones, reglas,
símbolos que toman forma y se representan
como sentimientos, pensamientos y conductas
de grupos de personas(...)

La cultura puede ser definida en un sentido amplio,
como todo lo cultivado por el hombre,
ya que comprende el total de las producciones humanas,
tanto en el ámbito material, así como en el espiritual (...)
(Tomado de fuentes diversas)

Hispanidad. Encaje de una Cultura. 

La península de Zapata, a principios del siglo XX, se caracterizó por ser una tierra habitada, fundamentalmente, por emigrantes  hispanos, que en busca de supuestas mejoras económicas y tratando de evadir el Servicio Militar, viajaron en masas hacia la Isla, escogiendo muchos de ellos, lugares apartados como la zona boscosa del sur de Matanzas, donde se dedicaron a la producción de carbón vegetal y el corte de madera de diferentes tipos, trayendo consigo la cultura forestal. Sin dudas, fueron ellos  los que mayor aportes han dejado en la Cultura Cenaguera.

Las canturías y velorios están arraigadas en nuestros abuelos.
Teniendo como premisa homenajear a un vecino “curado” de alguna enfermedad los velorios se convirtieron en algo imprescindible en los montes cenagueros. Hay que sumar a ello las canturías, donde la décima, principalmente la  espinela, era la protagonista.
El arte culinario Hispano ha dejado en los gustos del poblador Cenaguero  un significativo arraigo, donde las carnes saladas como el tocino y el tasajo eran platos favoritos.
La casa y la pesca constituyen tradiciones del habitante sureño.
En el lenguaje también quedaron prendidas palabras muy características del territorio: Carril, Campanario, Mégano. Frases como: “Algo revirao en la Tripería “, para decir que tiene dolor de estomago o “Pellejo Enseborucao” para decir que tiene roncha en la piel, aun se escuchan en nuestros días por los más longevos.
Es sin lugar  a dudas, la tradición oral una de las más fuertes tradiciones que en nuestro territorio ha predominado durante la última centuria y esto proviene fundamentalmente de esa rica imaginación hispana.


Las condiciones de vida eran pésimas: “varaentierras” y en los mejores de los casos, ranchos de guano y tabla, en diferentes  puntos del Humedal.
 Poco a poco se fueron fomentando pequeños bateyes o “chuchos” carboneros, y apareciendo, igualmente las primeras familias cenagueras.
 Nuestro historiador nos asevera:
(…)Llama poderosamente la atención, como la hispanidad se manifiesta en todas las facetas de la vida del cenaguero longevo, indicándonos  que aquí hubo un poblamiento estable a partir del arribo de aquellos entes hispanos, que “cobijaron el techo cultural” del montuno ¡porque de otra manera no se explica tal transculturación en tan corto tiempo!
Velorios, guateques, canturías, alpargatas, serenatas, gaitas, junto a costumbres culinarias y dietéticas canarias y peninsulares, enriquecieron considerablemente el “arsenal cultural’’ del nativo.
La dieta merece mención especial, por cuanto los chiviricos, chiquitos, tardes, fabadas, y el rancho, vinieron a sustituir de inmediato  a los elementos de la fauna que por muchos años habían saciado el apetito cenaguero, aunque la lenta jicotea no fue muy favorecida con ello.
De esta amalgama racial emerge el cenaguero: enajenado ayer y reivindicado hoy (…)
(…)La Ciénaga de Zapata – dada su inmensidad – ha recibido la influencia cultural de tres zonas cubanas: Sur de la Habana, Matanzas y Las Villas. Es por ello que a veces afloran vocablos y costumbres ceñidas a una determinada zona en plena correspondencia a la ubicación geográfica ¡pero nada, todos somos cubanos y casi no se nota la diferencia! (...) (AMORIN PONCE, J.A. Compendio Histórico del Humedal, Documento inédito de la oficina del historiador, consultado 2009)



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