Efraín Otaño Gerardo...el hombre de la Ciénaga de Zapata
es amasado por la propia turba del suelo,
y hasta el humo manso de un horno
tiene que ver con la leche
en el pecho de una madre...
Onelio Jorge Cardoso
El mar guarda su furioso
vaivén, cerca de la roca
y el aire suave le toca
los pies al monte, orgulloso.
El arroyo, caudaloso,
lleva su corriente alerta
hasta tocar a la puerta
de la mañana, feliz,
logrando un tierno matiz
cuando el astro rey despierta.
Sobre tenues pentagramas
voy a plasmar melodías
que borren melancolías
y hagan eternas las llamas,
después, al son de las ramas
acurruco el pensamiento
y entre el verso y el talento
que brota de algún rincón
al fin logro mi canción
con el murmullo del viento.
El verdor de los jagüeyes
le ponen traje al entorno,
Haciendo en su sombra, un horno
De flores y corujeyes.
Las cotorras y cateyes
Se adueñan del humedal,
Y a orillas del litoral
La luz del sol que me alcanza,
Dulcifica la esperanza
Con las mieles de un panal.
Las sirenas bailarinas
sobre la furiosa ola,
danzan, y el mar enarbola
el triunfo de algas marinas,
gotas de arena, muy finas,
como collares le ofrezco
y en sus aguas permanezco
en un sueño extasiador,
porque en cuestiones de amor
tanta dicha, no merezco.
Suena el laúd mañanero
del rocío en la vereda,
y allí, mi alma se queda
alelada en el sendero.
La corriente del venero
trae un dulce manantial,
logrando en el lodazal
el trino de una cascada,
al compás de mi tonada
y a lo largo del canal.
Me paso el tiempo entre dos
mundos que son mi martirio:
está el camino del lirio
y está la mano de Dios.
Debo refugiarme en pos
de ocultar mi soberana
preocupación, en la vana
mente que siempre enredo,
entonces pienso, y me quedo
subido en la palma cana.
Ciénaga de mis canciones,
cuando la tarde se aflora,
escucho al ave canora
tararearle a sus pichones,
se sienten inspiraciones
del zorzal y la tojosa,
y en la zanja misteriosa
que irradia una luz tenaz,
mi Ciénaga, tu serás
por siempre mi única Diosa.
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