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lunes, 13 de diciembre de 2010

Ocupaciones de cierto hachero




Por Efraín Otaño Gerardo
 
...era un hacha, puro acero
el sostén del comedor,
porque mi padre, escultor
del tronco y del matorral
le daba vida al canal
con sus ríos de sudor.




                                                                  Un hachazo, otro hachazo

se oye el eco en el sendero,
 por el grito del hachero
con su garganta en el brazo.
La rama siente el tajazo,
aguanta el dolor, no grita
por su desgracia y agita
en sus venas forestales
un vendaval de panales
con mieles de agua bendita.


Hachero, que tu camisa
es manantial de sudor
                                                                        hasta achicar el grosor
del tronco con tu sonrisa.
El hacha corta la brisa
con su palabra filosa
y se arremete, furiosa
contra la ropa de aquel
hasta sacar por la piel
su lágrima resinosa.


El hachero en su trabajo
no recuerda la prudencia
porque lleno de inocencia
lleva adelante su tajo,
y cuando salta de un gajo
por el viento una hojilacha
significa que esa racha
contra el árbol equivale
a cada astilla que sale
por el mordisco del hacha.

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