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lunes, 22 de noviembre de 2010

¿Ajenos de culpas?

  Por Efraín Otaño Gerardo


 Todos queremos estar ajenos de culpas.

Para el ser humano resulta fácil, desde el surgimiento del lenguaje, hablar. Y lo hacemos desde muy temprana edad; mucho, poco o demasiado...
A quienes hablan poco lo tildamos de “zorros”, a los segundos de “charlatanes” y a los que se exceden en sus juicios, de “chismosos”.
Es decir, no hay opción para no ser censurado, porque en esa materia de criticar nos hemos convertidos en especialistas. Pero por supuesto enjuiciando a los demás.
¡Que trabajo nos cuesta reconocer nuestros propios errores!

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La enfermera protesta por la demora en el servicio de reparación de fogones; el electricista, por el salidero de agua; el gastronómico por el horario del transporte.
Jamás he oído decirle a un panadero que el pan está malo o a un trabajador de la Vivienda, que se maltratan a las personas en sus almacenes.
¡Que distinto sería si cumpliéramos lo que nos toca! Si todos ayudaran a la solución del problema, se evitarían molestas discusiones e insatisfacciones. Involucrarse es más que participar o asistir.
Las expresiones comunes de “Ese no es mi problema”, “Yo no tengo nada que ver con eso”, “No hago esto porque no me dan aquello”...
¿De quién es la culpa en realidad? ¿Y el responsable de la mala calidad del pan, del agua que adultera el ron, o de la deficiente terminación en las construcciones?
¿Quién maltrata a las personas en la Vivienda, en el taller, en la bodega, en el policlínico o en cualquier otro lugar?

El diccionario define la palabra “culpa “como “un sentimiento de responsabilidad o remordimiento por alguna ofensa, crimen o equivocación, ya sea éste real o imaginario”. La culpa es esa parte de la conciencia humana que nos confronta y nos condena por acciones y pensamientos. La culpa es un rasgo inherente al ser humano que debería ser visto como un don; sin embargo, la mayoría de nosotros no lo ve de esa forma y en lugar de lidiar con la culpa, intentamos silenciarla.  

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Realmente nadie está exento de estas dificultades, porque sencillamente, el problema es de todos.
Pero tenemos que sacar soluciones de este sentido de culpabilidad que nos embriaga. Saquemos cuenta de cada paso que demos en nuestro comportamiento diario y estaremos dando un paso importante a favor de nuestras culpas.

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