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lunes, 15 de noviembre de 2010

Fatalidad de corazón negro




Efraín Otaño Gerardo


La vida del carbonero siempre ha sido un “paraíso” de soledad. El carbonero en Ciénaga de Zapata produce el carbón vegetal. Yo tengo un amigo carbonero que me enseñó cómo se hace este preciado combustible para los asados y otras opciones de cocina. Cheo  es un hombre como cualquier otro: canta, sonríe, llora...sueña. Pero ahora Cheo toma demasiado alcohol. No me gusta la salida que ha tratado de buscarle a sus problemas pasionales. Entre otras cosas, tengo un grupo de soñadores que realizamos un Taller literario todos los meses y le escribimos a la esperanza, al sueño de vivir en libertad y amar un futuro mejor entre todos los hombres de la Tierra.
 La soledad del Plan de Carbón

Al último Taller he llevado conmigo a Cheo. Al principio se veía un poco distante, pero mi gente lo acogió, conociendo la necesidad que tiene de superar por el mal momento que está pasando. Hace cuatro encuentros que desarrollamos la técnica de la décima, (composición poética de diez versos octosílabos que riman entre sí.) Y sabiendo que al le gusta esa tradición muy practicada en mi terruño, no demoramos en atraparlo. 
 Tertulia Literaria


Ese día no tomó y me ha prometido hacerlo con menos frecuencia hasta erradicarlo por completo. Deseo confiar en él. Lo llevaré conmigo a los otros talleres y trataré de atenuar su consumo de alcohol, que ya le está haciendo daño a su salud. Le escribí unas décimas, que por supuesto le hicieron llorar, pero que las acogió como suyas y prometió cumplir con los versos finales. Quiero compartir con los lectores esta modesta obra. Acepto críticas, sugerencias y otros comentarios para el bien, tanto de la obra como de cómo seguir sumando a las actividades sociales a mi amigo Cheo.
Ahí les va.
 

(Para mi amigo cheo)
 
Soy carbonero, la vida
se me escapa en un carbón,
pues su negro corazón
me va tiznando una herida.
Una mujer maldecida
se ha cruzado en mi destino
y voy como un peregrino
buscando donde poner
el nombre de esa mujer
bien lejos de mi camino.
 
Soy carbonero, el adorno
que tengo para mi casa
es un tizón, hecho braza
que se ha fugado del horno.
Voy haciendo en el entorno
las marcas del pesimismo,
y en lugar donde mismo
le doy candela a los leños
se van quemando mis sueños
hasta caer al abismo.
 
Soy carbonero, lo juro,
de una infinita franqueza
que le arrima a su tristeza
hierba, tierra y aire puro.
Hay sombras en el futuro
empañando mi pedido,
y al final, nunca he podido
entre mis gritos, saber
si he perdido a una mujer
o un horno es lo que he perdido.

Soy carbonero, el jabuco
se me ha llenado de mal,
cortaderas de un puñal
se adhieren al seboruco.
Voy sembrando en el conuco
hecho de cisco, un cantero
de versos, y en un ticero
que levanto con las cuñas,
se van quemando las uñas
de ese puñal traicionero.
 
Soy carbonero, una estrella
dejo de alumbrarme el plan,
mientras, mis ojos están
dando lagrimas por ella.
Siembro en el alma, la huella
que calca mi pensamiento,
pero al chocar con el viento
la palabra que presumo,
se va perdiendo en el humo
del horno, mi sentimiento.
 
Soy carbonero, la tarde
va anunciando mi fracaso
y en las nubes del ocaso
lloro esencias de cobarde.
La lluvia cae, de alarde
presume la vil tormenta,
entonces saco la cuenta
que mientras sufro, confundo
el valor que en este mundo
una mujer representa.
 
Soy carbonero, el sudor
que bombea mi camisa
va apagando la sonrisa
de la boca del dolor.
Pero levanto mi honor
en las aristas del cono,
otro leño, y eslabono
con la ecuación de mi frente
una pirámide ardiente
con carbones en el trono.

Soy carbonero, es verdad,
aunque de existencia oscura,
le voy a dar sepultura
a mi cruel fatalidad.
Y esa mujer, falsedad
que un día vino a mi encuentro,
la voy a quitar del centro
de mi ser. !que el amor reine!
Me sanearé con el peine
interior que llevo dentro.




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