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lunes, 22 de noviembre de 2010

Del fatalismo geográfico y algo más...



Por Efraín Otaño Gerardo



¿Dónde está la Isla del Coco?
(tres explicaciones para encontrarla)
Depende de  a quién se le pregunte.
Si se trata de un científico exacto, inteligente,
serio, seguro dirá que considerando la Tierra como
 la naranja que es, la isla está arriba, a la derecha
de su cintura, es decir, en el ombligo del mundo.
Cuando la respuesta viene de un poeta, parecerá
más sencilla. Dirá: al centro del abrazo del Mar Grande
con el Pequeño.
La mayoría de los isleños, para no discutir con
Científicos ni poetas, dicen con más exactitud:
Aquí, y se ponen la mano derecha sobre el lado
Izquierdo del pecho.

                           Jorge Oliver.


-         ¡Ah, eres de la Ciénaga de Zapata!

No sé exactamente cuántas veces me han referido el mismo bocadillo. Por supuesto, expresado de noventa y nueve formas diferentes. Unos lo emplean con curiosidad, otros con asombro y hasta hay quien lo dice con desprecio. Pero al final las mismas palabras:

-         ¡Ah, eres de la Ciénaga de Zapata!

Tal parece que este lugar, para quien no lo conoce, es como una especie de isla separada del mapa de Cuba; para que el que la conozca y no vive en ella, como el final de un camino pedregoso. Y para quienes vivimos en ella, como una carga que permanece sobre nuestros hombros.
El porqué de mi subjetiva afirmación se debe a la experiencia de casi treinta años que llevo chocando con muchos conceptos equivocados acerca de esta región.
No me refiero a las transformaciones sociales que se han hecho después de 1959, no me refiero a nada material, para ser más exacto.
Hablo de lo espiritual, del derecho del cenaguero de integrarse a la vida intelectual y cultural de su entorno.
Es cierto que nosotros mismos atentamos contra un mejor balance de la fuerza intelectual del territorio, cuando no concluimos una carrera o abandonamos los estudios sin apenas haber llegado al nivel medio superior, incluso en muchos casos la Secundario Básica. Lo comprendo, tenemos parte de culpa en eso, pero no toda.
También existen los cenagueros “arrepentidos”, quienes esperan una oportunidad para ir hacia otros municipios de más “perspectivas”.
Ahí es donde comienzan mis dudas. ¿Por qué no quedarse y luchar a brazo partido por el desarrollo del terruño?
Y están los “fuereños”. Unos quieren ayudar de veras y al cabo de un tiempo aportando su talento en beneficio de los habitantes terminan por quedarse y se convierten en un cenaguero más.
Otros, que vienen para cumplir con alguna tarea programada y a cada rato miran el reloj como deseando la hora de vuelta.

-         ¡Es que la Ciénaga está tan lejos!- se les oye decir, mientras dibujan una mueca en su rostro.

Maldita predisposición  a la lejanía, lo cual en ocasiones atenta contra la celebración de eventos, competencias, seminarios....
Hay otros que no, realmente llegan con el deseo de contribuir y reconocer la capacidad de creación del cenaguero, y comprenden que se puede contar con nosotros. Esos son bienvenidos.
 !Linda, verdad!


Espero no levantar ronchas, solo quisiera lograr la sensibilidad con esta tierra -mi tierra-, y cuando a cualquiera de nosotros, o de ustedes, le pregunten dónde está la Ciénaga de Zapata, digamos poniéndonos la mano derecha sobre el lado izquierdo del pecho:
¡Aquí!

3 comentarios:

  1. Sugiero compartas con Radio 26,TV y Giron...

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  2. Es así, el fatalismo geodráfico existe, pero es más subjetivo que otra cosa. Lo que hacen falta más gente que ame su tierra y se quede, como dices. Pero las mieles del triunfo son demasiado tentadoras. Además, a veces se sufre tanto en los lugares víctimas del fatalismo geográfico, que no es fácil... ¿Qué crees?

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